miércoles, 20 de enero de 2010

CHARLA- DEBATE DE IZQUIERDA ANTICAPITALISTA. La Cumbre de Copenhague fracasa. El cambio climático amenaza.



COLEGIO UNIVERSITARIO. ZAMORA


DIA 2 DE FEBRERO DE 2010


A LAS 19. 30 HORAS.


PONENTE : MANOLO GARI.

MILITANTE DE IZQUIERDA ANTICAPITALISTA

Entre otras cosas, ¿qué pasa con la izquierda radical?




Me parece evidente que el gran problema de nuestro tiempo radica en la extrema debilidad del movimiento obrero y social para dar respuesta a tantas agresiones…
Para mí personalmente, esta ha sido una semana bastante dolorosa, amén de agitada. Dolorosa sobre todo por el nuevo desastre anunciado para el pueblo de Haití, uno de los Auschwitz del imperialismo norteamericano. Un motivo más para creer que hasta los radicales somos demasiados moderaos delante de las cosas que ocurren.
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Además, acababa de enterarme del fallecimiento de uno de los amigos el aragoneses de la Fundación Andreu Nin, Manuel Benito, autor de una obra de campo de edición reciente, Orwell en las tierras de Aragón, con el que había tenido ocasión de debatir amistosamente en los Encuentros que la FAN organizó el año pasado en tierras de Huesca en una fraternal y hermosa colaboración con los compañeros republicanos de la zona, y me enteraba justo después de haber sido solicitado para presentar su libro el próximo 23-F en el Centro Aragonés de Barcelona, junto con Miquel Berga i Bagés…Inmediatamente después por e-mail me anunciaban el fallecimiento de Daniel Bensaïd, un espejo en el que nos hemos mirado muchos y muchos, sobe todo los que tuvimos en los mayos del 8 nuestra revolució. Uno se ha acostumbrado a asimilar sus penas y angustias lentamente, y no tengo la menor duda que este hecho nos quedará a muchos hasta el final. Se nos moría alguien muy cercano, y con mucha luz.
Pero ya se ha dicho: el mejor homenaje es el de la acción, había que seguir con las tareas, y parte de ellas me venían dadas en la capital del Estado donde el jueves 14 había quedado en presentar en Asociación de vecinos Valle Inclán de Prosperidad, En nombre del padre y del hijo. El cine y la Biblia (Libros de la Frontera, Barcelona), gracias a la complicidad de Antonio Cruz, animador de DESPAGE y colega de IZAN y con la colaboración en verdad privilegiada del amigo Ángel García Pintado. La vedad es que el lugar fue todo un descubrimiento, y no tanto por la masividad (moderada), sino por la pasión y el interés mostrado por un grupo de asociados que venían e mil batallas, y que tenían la suya que decir sobre la cuestión a tratar y sobre muchas otras muchas como lo pudo ser el papel de ángel en la mítica revista “Hermano Lobo” (¡cuánta historia, cuánta risa sana¡), la misma que tantas veces conseguía que nuestras reuniones se atrasaran porque alguien se presentaba con un número y el “cachondeo” nos invadía. Paramos la discusión en el Vale Inclán porque era la hoja de cerrar. A la hora obligada y alegre del “copeo”, me contaron que justo al lado bullía un ateneo libertario desde donde parecían considerarlos como “carrozas”. Sí esto es cierto, están bastante equivocados. El viernes me llevó a Traficantes de Sueños, un lugar en el que ya había tomado parte en dos actos intensos masivos, y en el que se presentaba otro libro del firmante, Un ramo de rosas rojas y una foto. Variaciones sobre el proceso del POUM (Ed. Laertes, Barcelona), lo que se hizo después de proyectar el documental "Wilebaldo Solano, doblemente olvidados" no en vano el libro estaba dedicado a Wilebaldo. Presentaba un muchacho de la FAN, Carlos Huerga y comenzó Jaime Pastor q2ue no pudo evitar la emotividad al evocar la muerte de Bensaïd al que conocimos en aquellos años en los que tantas cosas nos parecían posibles. Jaime explico el contenido del libro e hizo notar tanto su alcance como posibles deficiencias. A mi me tocó situar estas posibles deficiencias (entre ellos un índice onomástico aunque pienso que cada personaje está “retratado” en las páginas del libro), y el porqué al tratar de toda aquella historia que se había querido olvidar, lo estaba haciendo pensando en las nuevas generaciones. Quizás porque creo que el socialismo del siglo XXI surgirá superando los trágicos errores del “socialismo real” del siglo pasado y en “nombre” del cual se perpetraron crímenes como los que acompañaron la desaparición de Nin y la tentativa de trasladar los “procesos de Moscú” a la España republicana.
El sábado nos congregamos mañana y tarde una parte de los componentes de la redacción de la revista Viento Sur, la misma que Daniel Bensaïd contribuyó a sacar adelante desde su concepción inicial. Aparte de las discusiones propias de balance y perspectiva, o sea como mejorar su funcionamiento y como desarrolla nuevos criterios para que la revista aumente en lo posible su (ya alto) nivel cultural, tuvimos una discusión sobre el contenido del número 106 cuyo Plural (“dossier”) trataba de ETA (1959-2009), editado por Petxo Ydoyaga, con trabajos del propio Petxo (Anotaciones históricas), Floren Aoíz (ETA, historia de un precipitante), Mario Subiaga (El ethos de ETA), y de Ramón Zallo (ETA tras el “alto el fuego permanente). El número había tenido una considerable repercusión en Euzkadi, y espero que lo tenga en otras nacionalidades. Su lectura, así como algunas intervenciones de la jornada suponían una contribución a una nueva apuesta por un debate imprescindible, al parecer con mejores augurios que otras que nos dejaron hundidos con un nuevo atentado. Hasta el momento, mi impresión sobre la situación de la izquierda podía definirse como deseadora. Estaba poco menos que convencido de que los poderes del Estado estaban esperando ver como el cadáver del “enemigo” acabaría pasando por su puerta ante la indiferencia cuando no la rabia y la hostilidad de la inmensa mayoría de la gente de a pie. Sin embargo, hay indicios de que se abre una nueva situación, eso sí, siempre que ETA abandone una opción totalmente destructiva para los propios ideales que proclama.
Al llegar a casa he podido abrir el ordenador, repasar algunos temas de interés como los ya mencionados, y repasar el artículo Trotsky y la revolución firmado por A. Giménez, y en el que se debate fraternalmente con M. Navarrete (cuyo trabajo he visto colgado en la Web de L´Espai Marx) y con este viajero. Insisto en que este tipo de discusiones son necesarias or más que en el apartado de “Comentarios” sobren esos ejemplos de indigencia mental y moral a los que no hay que acostumbrarse. Espero que algún se pueda contar con un medio que impida el acceso a los indeseables.
Francamente, creo que los reclamos al marxismo por más creativo que sea no resulten suficientes. Discursos tan ricos como el de Daniel Bensaïd se apoyaban en la idea de la insuficiencia de los análisis en un tiempo en el que las respuestas, aunque más necesarias que nunca, estaban muy por detrás de lo necesario, más atrás que nunca, subrayo. Los movimientos existen aquí y allá, pero invertebrados, fracciones, desconcertados. La prueba salta a la vista: la izquierda mayoritaria juega en el campo del enemigo, y la iniciativa, incluida la de la calle, la lleva la derecha. Los sindicatos mayoritarios forman parte del mismo engranaje, si acaso resisten en el terreno de los intereses de la “antigua” clase obrera. En los noventa se perdió la izquierda sindical, y todavía sigue extraviada…
A las consecuencias de la derrota sin paliativo del franquismo exterminados (los kurdos dicen que al que le ha mordido una serpiente tiembla cuando ve moverse una cuerda), hay que añadirle laderota de la Transición, la misma que relego el antifranquismo a la franja testimonial del escenario político. Sobre este suelo encharcado cayó el desastre igualmente sin paliativos de la implosión del “socialismo real” sin un ápice de gloria. El socialismo quedó afectado de muerte por el cáncer estaliniano, y ahora apenas si hemos comenzado a levantar cabeza, a cambiar de escenario sobre un subsuelo de varias generaciones perdidas, y sobre unos primeros escalones sobre los que todos estos desastres se manifiestan a través de un atraso político-cultural desolador. De hecho, esta es la clave para comprender que entre los cometarios aparecidos acompañando estos artículos, el trigo sea tan poco al lado de tanta paja. Ha quedado muy poca cosa de tantos naufragios, y por lo tanto, la recomposición va a ser muy ardua, y para ello se tendrá que avanzar mucho tanto en el orden práctico como en el teórico.
Delante de este panorama, los criterios clásicos de la dirección política requieren una puesta al día. Primero porque la experiencia última de los partidos comunistas grandes y pequeños (con sus verticalismo burocrático, sus líderes indiscutidos, su miserias teórica cuando no moral), han dejado un pavimento de rechazo, de un profundo rechazo hacia lo político y la política que no es solamente contra la profesional…Ocurre también que4 hasta los mejores ejemplos necesitan ser analizados y en muchos casos cuestionados. De hecho, se da por cierta unas normas teóricas que necesitarían ser cotejadas por los hechos, así, el marasmo creativo de Lenin se dio sobre todo cuando éste consideró que las masas estaban muy or delante del partido, y cando retomó la dialéctica del maestro que es también alumno. Por otro lado, venidos de una sobredosis de experiencias autoritarias y burocráticas, y por lo mismo, se impone doblar el bastón hacia las normas más asamblearias y participativas.
Claro que existen contradicciones insalvables, al menos de momento. No hay más que mirar hacia los diferentes campos: anarquistas, “trotskistas”, consejistas, independentistas (entre estos es más habitual de lo deseado considerar cualquier desavenencia crítica como una muestra de “españolismo”), etcétera, etcétera. Los abismos parecen enormes, sobre todo porque se desarrollan sin el tronco común de un movimiento social activo y robusto como el que puso al franquismo contra la pared, y también por lo dicho, venimos de muchas derrotas, y además, hacemos diferentes lecturas de todas ellas…Y…Bueno, lo dejo aquí porque seguro que estas líneas traerán su cola y habrán más motivos parta seguir.
Pero antes me gustaría decir que aprecio esfuerzos como el de A. Giménez por debatir limpiamente. Incluso, actualmente hasta algo así no parece se tan fácil.

Campaña internacional de solidaridad de IA con el pueblo de Haití

El pueblo de Haití ha sido golpeado brutalmente por un terremoto de consecuencias devastadoras. La naturaleza, sin embargo, no es la única responsable de esta gran tragedia. El número de muertos y heridos se explica también por la extrema pobreza del país, víctima de su pasado colonial, de la dictadura militar de Duvalier, y de la ingerencia neocolonial.
La situación catastrófica está intentando ser aprovechada por la potencias del planeta, con Estados Unidos a la cabeza, para intentar reocupar política y militarmente el país y aprovechar la situación para reforzar su control sobre el mismo.
Ante esta situación es imprescindible la movilización popular en apoyo al pueblo haitiano y a las organizaciones sociales militantes haitianas que, en un momento crítico, intentan ayudar al pueblo haitiano frente a la incompetencia del gobierno local y a las pretensiones neocoloniales extranjeras.
En un momento crítico como el actual es necesario organizar la solidaridad militante, evitando las despolitización interesada del trabajo humanitario, y reforzar a las organizaciones populares haitianas.
La Vía Campesina, la principal organización internacional campesina, ha lanzado una campaña internacional de recogida de apoyo financiero para ser entregada a las organizaciones campesinas haitianas, que las administraran para organizar la ayuda y la reconstrucción del país.
Desde Izquierda Anticapitalista queremos apoyar dicha campaña, la única campaña internacional de solidaridad militante ahora en marcha, y hacemos un llamamiento a hacer una donación y contribución económica a la misma.
Ahora más que nunca la solidaridad anticapitalista y el internacionalismo práctico son necesarios.
Los datos bancarios son:
Titular de la cuenta: ASOCIACIÓN LURBIDE – EL CAMINO DE LA TIERRA
Banco: IPAR KUTXADirección: Gudari, 2 – AMOREBIETA (Bizkaia) – País Vasco - Spain
Nº de cuenta: 3084-0023-53-6400061004
IBAN: ES54 3084 0023 5364 0006 1004
Swift: CVRVES2B
Concepto: SOLIDARIDAD HAITÍ

sábado, 16 de enero de 2010

IZQUIERDA ANTICAPITALISTA DE ZAMORA RECOGE 300 FIRMAS CONTRA LA ORDENANZA DEL AYUNTAMIENTO QUE ATACA LA CONVIVENCIA.

SERAN ENTREGADAS ESTA SEMANA, SOLICITANDO SE RETIRE TAL PROYECTO QUE ATACA LA LIBERTAD DE LOS BARRIOS OBREROS, DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES, DE LOS MOVIMIENTOS JUVENILES,ETC

martes, 12 de enero de 2010

CHARLA- DEBATE DE IZQUIERDA ANTICAPITALISTA. La Cumbre de Copenhague fracasa. El cambio climático amenaza







COLEGIO UNIVERSITARIO. ZAMORA




DIA 2 DE FEBRERO DE 2010




A LAS 19. 30 HORAS.




PONENTE : MANOLO GARI.


MILITANTE DE IZQUIERDA ANTICAPITALISTA

lunes, 11 de enero de 2010

Prefacio a la obra de Lenin: El Estado y la Revolución


Daniel Bensaid / Viento Sur


Este “artículo-prefacio” ha sido escrito para el aniversario de la revolución rusa y de la publicación por Lenin de “El Estado y la revolución”.

Redactado en la clandestinidad y con urgencia en agosto de 1917, tras las jornadas de julio, El Estado y la revolución es un texto preinsurreccional. Para comprender su alcance polémico, y para comprender algunas de sus exageraciones o fórmulas unilaterales, hay que recordar que constituye un gesto de ruptura hacia la ortodoxia de la II Internacional. La intervención de Antón Pannekoek en 1912 en la Neue Zeit había provocado un escándalo. Contrariamente a Bernstein y a Kautsky para quienes la revolución significaba solo un “desplazamiento de fuerzas” en el seno del aparato del Estado, había exhumado los textos de Marx sobre El 18 brumario, La guerra civil en Francia, la Crítica del programa de Gotha, para recordar a los amnésicos pensadores oficiales de la socialdemocracia alemana que no bastaba con apoderarse de un poder de Estado forjado por la burguesía para su uso, sino que había que romperlo.
Tal era la función de la dictadura del proletariado, de la que Marx hacía, en su famosa carta de 1852 a Weydemeyer, una de sus contribuciones mayores a la teoría revolucionaria de su tiempo. El artículo de Pannekoek fue acogido como una recaída en un anarquismo primario. Gran admirador de los Caminos del poder de Kautsky, el propio Lenin no tomó casi posición en la polémica y continuó más bien aceptando la lectura selectiva de Marx por sus herederos oficiales. Hizo falta pues la prueba de la guerra y la revelación de la “quiebra de la II internacional” para que reconsiderase la cuestión y releyera bajo la presión de Bujarin la obra de Marx con otros ojos. El Estado y la Revolución es el producto de esta lectura al calor y la urgencia del acontecimiento revolucionario.
Para Lenin como para Engels, el Estado no es ni un poder impuesto a la sociedad desde el exterior, ni, según la fórmula de Hegel, “la imagen de la realidad en la razón”, sino “el producto de la sociedad en un estadio determinado de su desarrollo”. Expresa el hecho de que “las contradicciones de clase son inconciliables”. La consecuencia práctica de ello es que “la liberación de la clase oprimida es imposible, no solo sin una revolución violenta, sino también sin la supresión del aparato del poder de Estado creado por la clase dominante”. Para Marx en efecto, la experiencia de la Comuna de Paris ha probado que “el Estado representativo moderno” es en primer lugar un instrumento de explotación del trabajo por el capital.
En sentido opuesto de las utopías pequeñoburguesas de un Estado en levitación por encima de las clases, el Estado es pues la organización de la violencia de clase. Esta conclusión aclara los pasajes célebres del 18 Brumario, en los que Marx constata que todas las revoluciones políticas no han hecho hasta entonces sino perfeccionar la máquina de Estado en lugar de “romperla, de demolerla”, y no de contentarse con “tomar posesión de ella”. Es precisamente lo que llevó a cabo la Comuna. La “democracia burguesa” se convierte entonces en “proletaria” y “se transforma en algo que no es ya propiamente hablando un Estado”.
Marx exige pues claramente la destrucción del Estado existente como “excrecencia parasitaria” de la sociedad. Estas frases, escritas hace más de medio siglo, se indigna Lenin, han sido tan profundamente enterradas por la socialdemocracia alemana, que hubo que realizar para exhumarlas “verdaderas investigaciones”. Ciertamente, los anarquistas han “eludido las formas políticas” del poder revolucionario, pero los oportunistas de la II Internacional por su parte han “aceptado las formas burguesas del Estado democrático parlamentario”. La forma transitoria de la desaparición del Estado será, contrariamente a las ilusiones libertarias, “el proletariado organizado en clase dominante”. Marx no intentó inventar esta forma. Se contentó con observar el curso real de la lucha de clases para descubrir en la Comuna “la forma al fin encontrada”.
En el período de transición inaugurado por una revolución, “un aparato militar y burocrático especial” se convierte en superfluo, pero es preciso aún medir el cambio y la distribución. Es solo cuando se puedan distribuir viviendas gratis cuando “la extinción total del Estado” se pondrá en el orden del día. Mientras tanto, la dictadura del proletariado sigue siendo “una forma de Estado” determinada. Cuando Marx polemiza contra las tesis anarquistas, no es pues, insiste Lenin, para reprocharles la idea de una desaparición del Estado, sino su negativa a utilizar si es necesaria la violencia coercitiva organizada, “es decir un Estado”, pero un Estado que no es ya, como decía ya Engels de la Comuna, “un Estado en sentido propio”.
Para Lenin, como para Marx y Engels, la cuestión del Estado, es pues indisociable de la de la dictadura del proletariado, como organización de la fuerza y de la violencia, “tanto para reprimir la resistencia de los explotadores como para dirigir a la gran masa de la población”. Si bien esta “dictadura” tiene un carácter de clase, no se concibe sin embargo como una dictadura corporativa /1. Se trata de tomar el poder para “conducir al pueblo entero al socialismo”. La fórmula evoca el concepto de hegemonía, que era corriente en la socialdemocracia rusa para definir la relación entre proletariado y campesinado en la alianza obrera y campesina, mucho antes de que Gramsci de diera su alcance estratégico nuevo,. Se trata ya de formar un bloque histórico, sin olvidar que “por el papel que juega en la gran producción, el proletariado es el único capaz de ser la guía de todas las clases trabajadores explotadas pero incapaces de una lucha independiente por su liberación”.
Para Lenin, que cita la carta a Weydemeyer, la dictadura del proletariado es la “piedra de toque” que permite “probar la comprensión y el reconocimiento del marxismo”: representando “una ampliación sin precedentes de la democracia”, no puede limitarse a esa simple ampliación, pues debe también romper por la fuerza la resistencia de los opresores. La democracia, que sigue siendo una forma del Estado, está pues llamada a desaparecer igual que el Estado y con él. Estamos, deduce de ello Lenin, por una república democrática en tanto que “mejor forma del Estado para el proletariado en régimen capitalista”, pero ningún Estado puede ser declarado, como pretenden los socialdemócratas alemanes “libre y popular”: la república democrática es “el camino más corto que conduce a la dictadura del proletariado”, cuyas formas transitorias pueden variar hasta el infinito, pero cuya “esencia” sigue siendo la misma. En una sociedad capitalista, la democracia sigue siendo una democracia para los ricos, mientras que la dictadura del proletariado debe instaurar una democracia para el pueblo. En la transición de una a otra, “el reparto de los objetos de consumo supone necesariamente un Estado burgués”.
El Estado subsiste pues, en un primer momento, pero “como Estado burgués sin burguesía”. Esta fórmula paradójica servirá de nuevo a Lenin para pensar de forma inédita el tipo de Estado salido de la revolución rusa. Pero un Estado burgués sin burguesía no es sin embargo un Estado proletario. El Estado burgués sin burguesía va así a convertirse en el mantillo sobre el que se expanden los peligros profesionales del poder y a cuyo abrigo se desarrolla una nueva forma de excrecencia burocrática parasitaria de la sociedad.
En El Estado y la Revolución, Lenin rompe radicalmente con “el cretinismo parlamentario” del marxismo ortodoxo. Conserva sin embargo su ideología gestionaria. Así imagina aún que la sociedad socialista “no será ya más que una oficina, un solo taller, con una igualdad de trabajo e igualdad de salario”. Tales fórmulas recuerdan ciertas páginas en las que Engels sugiere que la extinción del Estado significará también una extinción de la política en beneficio de una simple “administración de las cosas”, cuya idea es tomada prestada de los saintsimonianos; dicho de otra forma, a una simple tecnología de gestión de lo social, donde la abundancia postulada dispensaría de establecer prioridades, de debatir opciones, de hacer vivir la política como espacio de la pluralidad.
Para la socialdemocracia alemana, el correo era “el modelo socialista” por excelencia. “Nada es más justo”, subraya Lenin, pues “el mecanismo de gestión social está ahí perfectamente dispuesto”, o también “admirablemente equipado”. Un entusiasmo así, que se encontrará más tarde en su elogio del taylorismo, indica que, para él, la destrucción de la máquina burocrática del Estado no interfiere apenas con la división del trabajo, con su organización disciplinaria burocrática, como si bastara en suma con “tomar posesión” del aparato de producción tal cual, sin tener que cambiarlo, Lenin persiste en su utopía gestionaria imaginando que, cuando el Estado y la autoridad política desaparezcan, “las funciones públicas perderán su carácter político y se transformarán en simples funciones administrativas”. Se trata aquí claramente, no solo de la extinción del Estado, sino claramente de la extinción de la política, soluble en la administración de las cosas.
Como ocurre a menudo, tal utopía, en apariencia libertaria, se vuelve utopía autoritaria. El sueño de una sociedad que no sería “toda entera más que una única oficina y un solo taller”, no remitiría en efecto más que a una buena organización de su funcionamiento. Igualmente, un “Estado proletario”, concebido como un “cártel del pueblo entero”, puede fácilmente conducir a la confusión totalitaria de la clase, del partido, y del Estado, y a la idea de que, en este cartel del pueblo entero, los trabajadores no tendrían ya que hacer huelgas, puesto que sería hacer huelga contra si mismos.
Parece pues claro que queriendo torcer el cuello al legalismo institucional de la II Internacional en una situación revolucionaria, Lenin tuerce también el bastón de la crítica en el otro sentido. Rompe con las ilusiones parlamentarias. Pero se prohíbe de la misma pensar las formas políticas del Estado de transición. Es este punto ciego el que Rosa Luxemburg va a poner en evidencia. A diferencia de los críticos vulgares de la revolución rusa, ella establece desde un artículo de 1906 en la Rote Fahne, una distinción radical entre blanquismo y bolchevismo: “Si hoy los camaradas bolcheviques hablan de dictadura del proletariado, no le han dado nunca la antigua significación blanquista, y no han caído jamás tampoco en el error de la Narodnaia Volia que soñaba con tomar el poder para sí. Han afirmado al contrario que la actual revolución puede encontrar su término cuando el proletariado, toda la clase revolucionaria se haya apoderado de la máquina del Estado”.
Para ella, la dictadura del proletariado no puede ser la de un partido minoritario sustituyendo a la clase. Y si asume plenamente la noción de dictadura del proletariado en sentido amplio –“ninguna revolución se ha acabado de otra forma que por la dictadura de una clase”- pone también en guardia a los socialdemócratas rusos: “Aparentemente, ningún socialdemócrata se deja llevar por la ilusión de que el proletariado pueda mantenerse en el poder. Si pudiera mantenerse en él, entonces conllevaría la dominación de sus ideas de clase. Sus fuerzas no bastan para ello en el momento actual, pues el proletariado, en el sentido más estricto de esta palabra, constituye precisamente en el imperio ruso, la minoría de la sociedad. Sin embargo, la realización del socialismo por una minoría está incondicionalmente excluida, puesto que la idea del socialismo excluye justamente la dominación de una minoría”. Tras la caída del zarismo, el poder volverá pues a “la parte más revolucionaria de la sociedad, el proletariado”, que “se apoderará de todos los puestos y permanecerá alerta mientras que el poder no esté en las manos legalmente llamadas a detentarlo, en el nuevo gobierno que la constituyente es la única en poder determinar en tanto que órgano legislativo elegido de la población”. Prevé que en una tal asamblea los socialdemócratas no serán mayoritarios, sino “los demócratas campesinos y pequeñoburgueses”.
Este artículo de 1906 prefigura y anuncia el famoso folleto de 1918 sobre la revolución rusa. En un artículo de 1918, titulado “Asamblea nacional o gobierno de los consejos”, condena de nuevo el cretinismo parlamentario que ha conducido a la mayoría socialista a la política de unión sagrada en la guerra: “Realizar el socialismo por la vía parlamentaria, por simple decisión mayoritaria, es un proyecto idílico”. No renuncia sin embargo a lo que escribía desde 1904 sobre la necesidad de combinar la acción fuera y dentro de las instituciones, “la necesidad tanto de reforzar la acción extraparlamentaria del proletariado, como de organizar con precisión la acción parlamentaria de nuestros diputados”. En su folleto de 1918 sobre la revolución rusa, al contrario que los socialistas ortodoxos de la socialdemocracia alemana, saluda la revolución y a los bolcheviques que han “osado” abrir la vía al proletariado internacional tomando el poder. Subraya las responsabilidades que resultan de ello para los revolucionarios europeos, comenzando por los alemanes: “En Rusia, el problema no podía ser sino planteado. No podía ser resuelto en Rusia. En este sentido, el futuro pertenece en todas partes al bolchevismo”. El futuro de la revolución rusa se juega pues, en una gran medida, en la arena europea y mundial.
No deja de ser cierto también que los bolcheviques rusos tienen también su parte de responsabilidad. En una primera parte de su folleto, Rosa critica sus medidas sobre la reforma agraria y la cuestión nacional. Creando, no una propiedad social, sino una nueva forma de propiedad privada agraria, la parcelización de los grandes dominios “aumenta las desigualdades sociales en el campo” y genera masivamente una nueva pequeña burguesía agraria cuyos intereses entrarán inevitablemente en contradicción con los del proletariado. Igualmente, la aplicación generalizada del derecho a la autodeterminación para las nacionalidades del imperio zarista no conduce más que a la “autodeterminación” de las clases dirigentes de esas nacionalidades oprimidas, pues “el separatismo” es “una trampa puramente burguesa”. Lenin y sus amigos han “inflado artificialmente la pretenciosidad de algunos profesores de universidad y de algunos estudiantes para hacer de ella un factor político”. En materia de política agraria y de política de las nacionalidades, los bolcheviques habrían pecado por exceso de ilusión democrática, mientras que a la inversa subestimaron la sustancia democrática de la cuestión institucional.
Es el famoso debate sobre la disolución de la Asamblea Constituyente, constantemente reivindicada por los bolcheviques entre febrero y octubre de 1917, y disuelta por ellos inmediatamente después de ser elegida, en nombre de la legitimidad superior de los soviets. Rosa no es sorda a los argumentos según los cuales había que “romper esta constituyente caducada”, por tanto “nacida muerta”, que iba con retraso respecto a la dinámica revolucionaria, tanto por sus modalidades electivas como por la imagen deformada que daba del país. Pero entonces, “había que prescribir sin tardar nuevas elecciones para una nueva Constituyente”!. Sin embargo Lenin y Trotsky (en su folleto de 1923 sobre las Lecciones de Octubre) excluyen por principio toda forma de “democracia mixta” planteada por los austromarxistas.
Trotsky reprocha a Zinoviev y Kamenev haberse opuesto a la insurrección de Octubre en nombre de una “combinación de instituciones estatales”, conciliando Asamblea constituyente y soviets. Quienes, en el partido, fetichizan la Constituyente, son los mismos a sus ojos que los que habían dudado por legalismo ante la decisión de la insurrección. La definición por Lenin de la insurrección como un arte implica, subraya, que su preparación y su iniciativa corresponden al partido, y que la ratificación legal de la conquista del poder por el congreso de los soviets no interviene más que a posteriori. Si, en octubre, la insurrección fue “canalizada en la vía sovietista y ligada al 2º congreso de los soviets”, no se trataba para él de una cuestión de principios, sino “de una cuestión puramente técnica, aunque de una gran importancia práctica”. Este choque frontal entre la decisión militar y la institución democrática es propicio a la confusión de los papeles, entre el partido y el Estado, pero también entre el Estado de excepción revolucionario y la regla democrática. Esta confusión es llevada a su colmo en Terrorismo y Comunismo, folleto redactado también en la urgencia de la guerra civil que es la forma paroxística del Estado de excepción.
Porque vive en Alemania y tiene la experiencia de una vida parlamentaria ya consolidada, el planteamiento de Rosa Luxemburg es muy diferente. Como hemos visto, acepta los argumentos avanzados por los bolcheviques para disolver la Constituyente, pero se inquieta explícitamente por esta confusión entre la excepción y la regla: “El peligro comienza allí donde, haciendo de la necesidad virtud, ellos (los dirigentes bolcheviques) intentan fijar en todos los puntos de la teoría, una táctica que les ha sido impuesta por condiciones fatales y proponérsela al proletariado internacional como modelo de la táctica socialista”.
Lo que está en juego, más allá del asunto de la Constituyente, es la vitalidad y la eficacia de la propia democracia socialista. Rosa subraya la importancia de la opinión pública, que no habría que reducir a un engaño o a un teatro de sombras. Toda la experiencia histórica “nos muestra al contrario que la opinión pública irriga constantemente las instituciones representativas, las penetra, las dirige. ¿Cómo explicar si no las cabriolas divertidas que en todo parlamento burgués, los representantes del pueblo nos hacen presenciar a veces, cuando, animados repentinamente por un espíritu nuevo, pronuncian palabras totalmente inesperadas?. ¿Cómo explicar que, de vez en cuando, las momias más resecas tomen aires de juventud, que los pequeños Scheidemann de todo pelaje encuentren de repente en su corazón acentos revolucionarios cuando la cólera gruñe en las fábricas, en los talleres y en las calles? ¿Esta acción constantemente vivaz de la opinión y de la madurez política de las masas debería pues, justo en período de revolución, abandonar ante el esquema rígido de los emblemas de los partidos y de las listas electorales?. ¡Muy al contrario!. Es precisamente la revolución la que, con su efervescencia ardiente, crea esta atmósfera política vibrante, receptiva, que permite a las olas de la opinión pública, al pulso de la vida popular actuar instantáneamente, milagrosamente, sobre las instituciones representativas”. En lugar de comprimir este “pulso de la vida popular”, los revolucionarios deben dejarle latir pues constituye un poderoso correctivo al pesado mecanismo de las instituciones democráticas: “Y si el pulso de la vida política de la masa late más rápido y más fuerte, su influencia se hace entonces más inmediata y más precisa, a pesar de los clichés rígidos de los partidos, las listas electorales caducadas, etc. Ciertamente, toda institución democrática, como toda institución humana, tiene sus límites y sus lagunas. Pero el remedio que han encontrado Lenin y Trotsky –suprimir directamente la democracia- es peor que el mal que se supone curar: obstruye la fuente viva de donde habrían podido brotar los correctivos a las imperfecciones congénitas de las instituciones sociales, la vida política activa, enérgica, sin trabas de la gran mayoría de las masas populares”.
Este error tendrá su precio. En su Stalin póstumo, Trotsky reconoce hasta qué punto la guerra civil fue una escuela de brutalidad autoritaria y de mando burocrático (de lo que Volochinov y el grupo de Tsarytsin son la viva ilustración). Stalin no tendrá ninguna dificultad para reciclar a su servicio estos métodos de mando. Pero en 1921, cuando la guerra civil está prácticamente ganada y el Estado de excepción debería finalizar para que se desarrollara, todo lo posible en las condiciones materiales de un país devastado por la guerra, la vida democrática, Trotsky plantea al contrario “la militarización de los sindicatos” para llevar a cabo la batalla de la producción. Contrariamente a la mala reputación que se le atribuye, Lenin se muestra bastante más sensible en este debate a la independencia de los sindicatos respecto al Estado. No deja de ser cierto que el giro hacia la Nueva Política Económica no está asociado a un curso nuevo democrático.
Las advertencias de Rosa toman entonces retrospectivamente todo su sentido. Temía en 1918 que medidas de excepción temporalmente justificables se convirtieran en la regla, en nombre de una concepción puramente instrumental del Estado en tanto que aparato de dominación de una clase sobre otra. La revolución consistiría entonces solo en hacerle cambiar de manos: “Lenin dice que el Estado burgués es un instrumento de opresión de la clase obrera, el Estado socialista un instrumento de opresión de la burguesía, que no es de alguna forma más que un Estado capitalista invertido. Esta concepción simplista omite lo esencial: para que la clase burguesa pueda ejercer su dominación, no hay necesidad en absoluto de enseñar y educar políticamente al conjunto de la masa popular, al menos no más allá de ciertos límites estrechamente trazados. Para la dictadura proletaria, es ése el elemento vital, el aliento sin el que no podría existir”.
En efecto, la sociedad nueva debe inventarse sin manual, en la experiencia práctica de millones de hombres y mujeres. El programa del partido no ofrece a este propósito más que “grandes paneles que indican la dirección”, y además estas indicaciones no tienen más que un carácter indicativo, de balizaje y de puesta en guardia, más que un carácter prescriptivo. El socialismo no puede concederse desde arriba. Ciertamente, “presupone una serie de medidas coercitivas contra la propiedad, etc.”, pero, si “se puede decretar el aspecto negativo, la destrucción”, no ocurre igual con el “aspecto positivo, la construcción: tierra nueva, mil problemas”. Para resolver estos problemas, la libertad más amplia, la actividad más amplia, la más amplia parte de la población es necesaria. Sin embargo, la libertad, “es siempre al menos la libertad de quien piensa de otra forma”. No es ella, sino el terror, quien desmoraliza: “Sin elecciones generales, sin una libertad de prensa y de reunión ilimitada, sin una lucha de opinión libre, la vida se apaga en todas las instituciones públicas, vegeta, y la burocracia se constituye en el único elemento activo”.
Por lo demás, el propio Lenin, había entrevisto, y en El Estado y la revolución precisamente, la funcionalidad social de la democracia política. A ciertos marxistas, para los que el derecho a la autodeterminación de las naciones oprimidas era irrealizable bajo el capitalismo y se convertiría en superfluo bajo el socialismo, respondía por adelantado: “Esta argumentación, que se pretende ingeniosa pero de hecho es errónea, podría aplicarse a cualquier institución democrática, pues un democratismo rigurosamente consecuente es irrealizable en régimen capitalista, y en régimen socialista, toda democracia acabará por apagarse (…). Desarrollar la democracia hasta el final, buscar las formas de este desarrollo, ponerlas a la prueba de la práctica, es sin embargo una de las tareas esenciales de la lucha por la revolución social. Por separado, ningún democratismo, cualquiera que sea, dará como resultado el socialismo: pero en la vida, el democratismo no será jamás tomado “por separado”. Será tomado “en bloque”. Ejercerá también una influencia sobre la economía cuya transformación estimulará” /2.
A lo largo de todo el siglo XX, mucho agua ha corrido bajo los puentes de las revoluciones. A lo largo de las experiencias sociales y de las investigaciones antropológicas, los enfoques teóricos del Estado se han enriquecido y profundizado, desde Gramsci a Foucault, pasando por Poulantzas, Lefebvre, Alvater, Hirsch y muchos otros. Foucault ha contribuido principalmente a desmitificar un fetichismo del poder analizando la genealogía de las relaciones de poderes, hasta emitir la hipótesis según la cual el Estado no sería sino una “forma de gobernar” o “un tipo diferente de gubernamentalidad”. A partir del siglo XVI, la sociedad civil habría así puesto en pie “algo obsesivo que se llama Estado” como fetiche específico de la modernidad.
Un foucaldismo vulgar deduce hoy de ello que esta figura histórica del Estado sería en adelante soluble en las redes de poder de la sociedad líquida, de forma que no sería ya necesario tomar el poder para cambiar el mundo. Sin embargo, para Foucault, no se trataba ni de instalar “la institución totalizadora del Estado” en posición de desplome, ni de negarla. Si su teoría de las relaciones de poder, como la de los campos de Bourdieu, permite comprender una pluralidad de dominaciones y de contradicciones, no deja de ser cierto que todos los poderes no participan en la reproducción social de las relaciones capitalistas de producción. Hay, en las redes y las relaciones de poderes, nudos más importantes que otros. Las retóricas liberales del Estado mínimo o del repliegue del Estado no hacen sino resaltar con más relieve el núcleo duro de sus funciones represivas y su papel eminente en la puesta en pie de los dispositivos del biopoder. Las ilusiones del discurso sobre el “Estado imparcial” defendido por Ségolène Royal durante la campaña presidencial no resultan por ello sino más ridículas. Si el tejido de las relaciones de poder hay que deshacerlo, y si se trata de un proceso a largo plazo, la maquinaria del poder del Estado hay que romperla.


1 de agosto de 2007


Traducción: Alberto Nadal
Notas:
1/ Recordemos que en Rousseau y a lo largo del siglo XIX, el término dictadura evoca una venerable institución romana, la de un poder de excepción mandatado y limitado en el tiempo, opuesto a las nociones de despotismo o de tiranía que designan al contrario un poder absoluto y arbitrario. 2/ Lenin: El Estado y la Revolución: http://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1910s/estyrev/index.htm

El Patio Vive. La Lucha Sigue

Comunicado de Izquierda Anticapitalista-Madrid

El pasado 5 de enero, la policía antidisturbios se presentó en la sede del Patio Maravillas de la C/Acuerdo para desalojar este centro social okupado desde hace dos años y medio. Los agentes seguían órdenes del Juzgado de Instrucción número 48 de Madrid, que el pasado 12 de noviembre dictó la orden de desalojo definitiva del inmueble. El Patio es un referente para el activismo social y político madrileño. Pero es eso y mucho más: ha dotado de actividades culturales, educativas y de ocio a un barrio y a una ciudad donde apenas existen espacios de encuentro desmercantilizados. Por lo tanto, como dice la propia Asamblea del Patio en su comunicado, no solo han desalojado un centro social okupado, sino también un taller de bicis, una sala de ensayos, un espacio para niños y niñas…
Este desalojo muestra una vez más la irracionalidad de una legislación que permite que mientras los especuladores, incluso estando imputados por delitos urbanísticos (como el “propietario” del Patio Leopoldo Arnáiz), pueden lucrarse sin límite alguno, la gente que se compromete con su barrio y su ciudad, que impulsa iniciativas sociales y culturales y crea conciencia crítica, es expulsada como si de delincuentes se tratara y amenazada con procesos judiciales. Este es el “Estado de Derecho” que tenemos. Una democracia cuya sacrosanta Constitución de 1978 consagra el derecho a la propiedad privada en el apartado de artículos superprotegidos e intocables y que, por el contrario, recoge como mera enunciación sin amparo legal aquellos artículos que garantizan el acceso a una vivienda digna o a tener un empleo estable. El movimiento okupa ha tenido la enorme virtud de desafiar con su práctica uno de los preceptos clave de la economía capitalista, incluso tras la aprobación en 1995 del Código Penal en el que se considera delito la okupación. Porque el debate que pone encima de la mesa este desalojo es clave para la izquierda social y política anticapitalista: ¿valen más nuestras vidas o sus beneficios?
El Patio es un ejemplo de cómo un centro social puede concitar en su seno tantas y tan diversas actividades, colectivos e iniciativas, sin por ello perder un ápice de radicalidad en sus propuestas. Por eso hay que tomarse a broma las palabras del Alcalde Gallardón en las que invita al Patio a transformarse en “empresa de servicios” y presentarse a concursos públicos. Suponemos que, en caso de hacerlo, debería intentar comprar una licencia de “primera okupación” a los imputados por el caso Guateque y procurarse el asesoramiento del “Bigotes” para que no hubiera problemas de última hora con la concesión. Los políticos profesionales piensan que la gente es estúpida. La exigencia de un reconocimiento patente en el proceso de diálogo entre el Patio y el Ayuntamiento no pasa por esa "inclusión en el sistema" que Gallardón les demanda, sino al revés, por que "el sistema" asuma que hay realidades que lo superan y lo transforman.
La enorme respuesta a la convocatoria de manifestación del día 5, hecha por sms e internet, es un síntoma de que los tiempos pueden estar cambiando.
La mejor conclusión del desalojo fue la nueva okupación de la C/Pez 21, a escasos metros de la casa/palacio de Esperanza Aguirre. El Patio 2 ya está en marcha y demuestra que no se le pueden poner puertas al mar. Ahora es el momento de acondicionar este nuevo espacio, de convertir sus salas vacías en lugares para el encuentro y la participación social y política. Izquierda Anticapitalista seguirá participando en muchas de las iniciativas que tienen al Patio como sede. La más inmediata, el Foro Social Mundial en Madrid, a celebrar a finales de mes, y donde esperamos que, como en los dos años anteriores, este sea el lugar de encuentro de toda la gente que queremos cambiar el mundo y cambiar Madrid.

Ley de Economía Sostenible: mucho ruido y pocas nueces (y todas podridas)

Declaración Izquierda Anticapitalista

El anteproyecto de Ley de Economía Sostenible (LES) es una muestra más de la política errática y llena de improvisados gestos electoralistas del Gobierno de Zapatero. La LES no tiene un contenido ambicioso y plausible que impulse un modelo de desarrollo sostenible, la creación de empleo y una salida de la crisis favorable para las clases trabajadoras.
No marca un cambio de rumbo a medio plazo respecto al modelo productivo y tampoco es un instrumento inmediato para luchar contra la crisis económica y el aumento del paro. Mucho menos es una herramienta útil para un cambio en profundidad del sistema socio-económico.
Le han llamado ley de la sostenibilidad de la economía, cuando realmente han desarrollado, con mejor o peor fortuna, una ley de la competitividad de la economía capitalista.
Hasta el lenguaje han pervertido, hoy sostenible no es utilizado por el gobierno como el calificativo de un desarrollo humano, social y ambiental armónico sino el de un crecimiento capitalista continuado sin crisis ni sobresaltos. Abajo las caretas, lo que cuenta es el negocio.
Marco social, económico y ambiental en el que aparece la ley
La “ocurrencia” de la LES apareció en el ínterin entre la aprobación de unos Presupuestos Generales del Estado para 2010 deficitarios, antisociales e incapaces de combatir el paro generado por la crisis y una más que probable reorientación del gobierno en lo referente a la reforma laboral favorable a las tesis patronales.
Mientras en la Conferencia Empresarial de CEOE los “capitanes de la industria” José Luis Feito y Gerardo Díaz Ferrán clamaban contra el “absentismo laboral” como raíz de los males económicos, proponían –en flagrante contradicción con su radical neoliberalismo- que el dinero público del Instituto de Crédito Oficial (ICO) se hiciera cargo del 100% de la morosidad y exigían una urgente reforma del mercado de trabajo se suceden una serie de ignominiosas declaraciones de dirigentes del PSOE que muestran la lógica social liberal gubernamental.
Elena Salgado propone retrasar la edad de jubilación ante el aumento de la esperanza de vida con total desprecio del desempleo existente y por supuesto del derecho al ocio de quienes han dedicado lo mejor de su vida a trabajar. Elena Espinosa, en un alarde de ecologismo afirmó el 9 de diciembre “… no vamos a Copenhague simplemente a prevenir catástrofes, sino a invertir en nuestro futuro en prosperidad y bienestar, recuperando la confianza de los inversores internacionales”. José Luis Rodríguez Zapatero pontificó que las reformas que propone pretenden “proteger la actividad empresarial, sin desproteger a los trabajadores” y que hay reforzar relación entre cotización y pensión –o sea ampliar el periodo de cómputo de los años de contribución con lo que corremos el riesgo de reducir el monto de las pensiones.
Todo ello se afirma con 4 millones de personas registradas en el paro. En un país sin política industrial, especializado en actividades ajenas a la innovación y con escaso valor añadido. Un país con un importante déficit exterior que ve incrementar su deuda externa neta. Donde impera el empleo precarizado por la temporalidad y la segmentación, y un sistema de formación profesional obsoleto. Donde las clases trabajadoras tienen incrementos salariales por debajo de los aumentos de la productividad y por supuesto de la media de los países de la Unión Europea (UE), lo que supone un decrecimiento continuado de la participación de los salarios en el conjunto del PIB a favor de las rentas del capital. En un Estado con una deuda creciente y una presión fiscal global muy por debajo de la media comunitaria. Concretamente en lo referido los impuestos ambientales y sin entrar a discutir si lo son o no algunos de los considerados como tales en España, destacamos que en nuestro país representan el 1,8% del PIB frente al 2,4% de la UE y los impuestos sobre la energía ascienden a un 1,4% del PIB frente al 1,7% comunitario.
El año 2009 ha sido altamente rentable sin embargo para las principales fortunas capitalistas del país (un 32% más ricos que en 2008) y para los grandes inversores en bolsa (que cerró el año con subidas espectaculares). Buen país para el dinero, donde el fraude fiscal alcanza más de un 20% del PIB y una sustanciosa parte de las ganancias de la construcción, el turismo, la industria, la banca o el transporte se encuentran situadas como activos monetarios en paraísos fiscales extra territoriales. Un país en el que los activos de un solo banco, el Santander, alcanzan casi la cifra del PIB. A esa gente que ganó fortunas incalculables, la sequía del crédito que está yugulando a la PYMES no les afectó, como tampoco les perjudicó la subida de un 69,90% anual del petróleo, que en diciembre alcanzó un incremento del 111% al cotizarse a 80 dólares el barril de crudo Brent, ni tampoco quitó el sueño el incremento generalizado de las materias primas que alcanzó un promedio del 115% desde marzo. De esas subidas, esa gente también hace negocio.
En los mismos días que el gobierno se llena la boca de energías limpias y de I+D+i para cambiar de modelo productivo –precisamente tras aprobar unos presupuestos que bajan los gastos en investigación- se entra en contradicción por ejemplo no modificando la ley del sector eléctrico, insensible a los efectos ambientales, o no tocando un ápice del Plan Estratégico de Infraestructuras y Transportes (PEIT) cuya apuesta por las autovías y autopistas para automóviles y camiones y por los trenes de alta velocidad para pasajeros, junto con la política de intensificación del tráfico aéreo y la irresponsable construcción de aeropuertos, lo sitúa en las antípodas de las soluciones sostenibles para la movilidad. Hoy el transporte basado en la quema de combustibles fósiles –que no internaliza el conjunto de costes- es uno de los motores del modelo capitalista de globalización económica y la principal fuente de emisión de gases de efecto invernadero. El PEIT favorece la irracional desvertebración de gran parte del territorio, es un impedimento para el desarrollo rural y comporta nuevas agresiones al medio natural con efectos negativos irreversibles sobre la biodiversidad.
También podemos referirnos como ejemplo al progresivo alejamiento del gobierno del PSOE de su compromiso antinuclear reflejado en la prórroga concedida a la central nuclear de Garoña, el incio del proceso de construccción del cementerio nuclear aplazado durante más de 10 años (ahora está abierto el proceso de elección de ayuntamientos) y la ambigüedad sobre la vida prevista de las centrales nuceares.
La LES como parte de otro invento: la Estrategia 2020
El Gobierno encuadra la LES en el marco de lo que ha denominado la “Estrategia de la Economía Sostenible 2020” compuesta además de por la ley por el anuncio de creación de dos instrumentos -el Fondo ICO-Economía Sostenible y el Fondo Estatal para el Empleo y la Sostenibilidad Local (FEESL)- y el impulso de reformas en los siguientes campos: justicia, estrategia social y laboral, desarrollo de la Directiva de servicios, pacto por la educación y pacto por la energía.
Vista la falta de operatividad de la mediación bancaria de los fondos ICO para paliar la sequía crediticia, la experiencia de despilfarro del Fondo Local de 2009 y las razonables criticas que está recibiendo la propia naturaleza del FEESL, poco cabe esperar de dichos instrumentos. Del lado de las reformas solo cabe añadir que constituyen de momento un auténtico revoltijo de cuestiones bajo el paraguas de una pomposa denominación. Simplemente se trata de una operación más de marketing político para ganar tiempo mientras la crisis escampa ya que personajes como Campa prevén un seguro remonte del PIB para los primeros meses de este año.
La cantidad prevista para la financiación de I+D+i que posibilite el cambio de modelo productivo, 20.0000 millones de euros en 10 años, es claramente insuficiente hasta el extremo de lo ridículo si la comparamos con los efectos reales de las “inyecciones” monetarias recientes en nuestro país. Problema que se agrava cuando el texto aclara que del total, la mitad, 10.000 millones correrán a cargo de la “iniciativa privada”. Además se comprometen 5.000 millones más para una continuación del Fondo Estatal de Inversión Local (FEIL), esta vez más centrado en proyectos de innovación y eficiencia, cuyo resultado pronto podremos contar y medir.
Gran parte de las cuestiones enunciadas en la Estrategia o en la propia LES forman parte de anteriores compromisos gubernamentales, algunos de ellos pertinazmente incumplidos, o de proyectos de ley en marcha por lo que de nuevo el gobierno de Zapatero aprovecha una propuesta para incluir a modo de cajón de sastre un totum revolutum de cuestiones sobre las que venía hablando y lo que es más grave, tal como arriba se señala, no ponen en cuestión decisiones vigentes totalmente contradictorias con la sostenibilidad.
La genérica intervención del 2 de diciembre del presidente del Gobierno en el Congreso de los Diputados para informar sobre esta “Estrategia 2020” no permitió conocer las medidas que piensa aplicar para favorecer la reactivación económica, impulsar políticas públicas para crear empleo, garantizar la sostenibilidad y suficiencia del sistema público de pensiones, integrar los diferentes regímenes del sistema en el sistema general o transformar el modelo productivo. Quizás en la falta de concreción haya que buscar la respuesta: mejor no aclarar que comprometerse. Ese mismo día y como aclaración a uno de los apartados de la LES, Zapatero afirmó que puede cambiar su posición sobre las nucleares si consigue el “valor añadido” (sic) de un acuerdo sobre el tema con el PP. Afirmación que nos evoca el “estos son mis principios, si no les gustan tengo otros” del genial Groucho Marx.

Cualquier ley no vale
El cambio de modelo productivo es vital. No se puede eludir la tarea de producir ya los bienes y servicios de forma sostenible. Particularmente urgente y necesaria es la descarbonización de la economía. Pero el cambio no vendrá mágicamente de la mano de una norma. Como tampoco vendrá de su mano un cambio de sistema económico y social que articule una distribución justa de la riqueza en cada país y en el ámbito internacional. Pero la legislación puede favorecer o dificultar las posibilidades para cambiar el estado de cosas. Por ello la orientación y calidad de las normas no es una cuestión baladí.
Desde hace algún tiempo la incapacidad de la política para regular la economía y la sociedad global se viene expresando en lo que en términos jurídicos se denomina "soft law". Una técnica proviniente del derecho internacional que se ha trasladado a las leyes nacionales. Son normas que se limitan a describir abundantes principios e intenciones políticas, pero pocas reglas y obligaciones; leyes donde cabe hablar de todo pero lo exigible es escaso o nulo.
La LES es buen ejemplo de lo anterior. Ha recibido diversos calificativos: insostenible (desde el punto de vista ambiental), inconexa y confusa (por su dispositivo jurídico), insuficiente (en diversos aspectos según los puntos de vista a su vez muy encontrados entre sí: patronales, sindicatos, organizaciones sociales y ecologistas). En su corta vida ya ha necesitado de importantes aclaraciones de José Luis Rodríguez Zapatero y otros miembros de su gobierno, pues por si misma la LES explica poco.
No es una ley de la sostenibilidad, es una ley de la competitividad
La política económica e industrial gubernamental española se diseñan de forma reactiva y defensiva ante las presiones de las fracciones más poderosas del capital español y la LES no ha sido una excepción. Nos encontramos ante la continuidad del “business as usual”. No es una afirmación gratuita ya que la misma Vicepresidenta económica Elena Salgado puso especial énfasis en identificar sus propuestas con la de los patronos reunidos en Madrid en la Conferencia Empresarial al afirmar, en entrevista al periódico Público del pasado 6 de diciembre, que “casi todas las propuestas de la CEOE están en la Ley de Economía Sostenible”. ¿Realmente era necesario un anteproyecto de ley para seguir dándoles la razón a los empresarios?
Si la analizamos de cerca su razón de ser no es la que anuncia su título pues no aborda la sostenibilidad (ecológica) de la economía ya que fundamentalmente se centra en medidas para impulsar la competitividad de la misma en el marco de la globalización capitalista. Lo hace desde una visión opuesta a la que se esperaría desde la perspectiva social y ambiental que Zapatero dice defender y, además, lo hace sin hoja de ruta: no tiene objetivos concretos, claros, mensurables con asignaciones presupuestarias determinadas y a lograr en un tiempo determinado y por tanto evaluables.
La LES propone una autoreforma de las instituciones capitalistas y de la propia administración para racionalizar el modelo, de ahí medidas como las englobadas bajo el epígrafe de “Mejora del entorno económico”. En el mismo se plantea modificar el funcionamiento de organismos reguladores como la Comisión Nacional de la Competencia y el de los mercados financieros mediante la Reforma de los Mercados de Valores, o especifica los criterios normativos para cambiar la contratación pública. Medidas que vienen a acompañar las contenidas en el epígrafe “Competitividad” en el que caben desde la determinación de los plazos para crear empresas o sobre la morosidad hasta la reforma de la Ley del Catastro Inmobiliario o cuestiones relacionadas con de la sociedad de la información entre otros temas.
No hay en la LES ninguna propuesta de dimensión social –derechos de ciudadanía- a excepción de la promesa (otra más) de la banda ancha universal. La agilización de los contratos públicos, el incremento de la colaboración público-privada (que en muchas ocasiones en España han conllevado y enmascarado privatizaciones de servicios públicos) y los apoyos a empresas e incentivos a la investigación empresarial son medidas que pueden crear un marco institucional más garantista y estable para el capital, pero que nada tienen que ver con la economía sostenible desde un punto de vista ecosocialista.
En relación con los asuntos contemplados en el denominado epígrafe “Sostenibilidad ambiental” cabe hacerse algunas preguntas y realizar algunas valoraciones.
¿Realmente alguien piensa que es una medida ambientalista efectiva regular la creación de un sello certificador? ¿Acaso la sostenibilidad podrá avanzar mediante la creación de un Fondo público para la compra de créditos de carbono? ¿Por qué no se impulsa el transporte de pasajeros por ferrocarril para todos los recorridos, trazados y necesidades de conexión y movilidad? ¿Por qué se impulsan “empresas de servicios energéticos” en vez de darles competencias y medios a las Agencias públicas de la energía existentes en las Comunidades Autónomas e incluso municipios?
La apuesta por centrar la economía en la innovación, podría ir en el sentido de la sostenibilidad, siempre y cuando el desarrollo técnico persiga la mejora en la eficiencia. Pero, una máquina más eficiente por si misma no garantiza la sostenibilidad ya que a su vez debe haber un importante esfuerzo por el ahorro en materiales y energía para generar los bienes y servicios.
Los objetivos sobre ahorro y eficiencia energética, la movilidad sostenible, el impulso de la rehabilitación del obsoleto parque inmobiliario, el apoyo al alquiler de viviendas frente a la adquisición y sobre la participación de las energías renovables con un 20% en el mix energético para el año 2020 son manifiestamente insuficientes y no pasan de constituir un mantra ambientalista que periódicamente le conviene recitar al gobierno.
Señalamos que los objetivos de emisión de gases de efecto invernadero contemplados en Copenhague permitirían superar las emisiones a que se comprometió nuestro país en el protocolo de Kioto. Pero nosotros, independientemente del fracaso esperado en la pasada cumbre, exigimos a todos los gobiernos de la UE que mantengan compromisos unilaterales para desbloquear la situación sin esperar a la reunión preparatoria de Bonn en Junio ni la cumbre de México al final de 2010.
La sostenibilidad comporta una nueva fiscalidad
Ni siquiera los instrumentos fiscales de la economía de mercado a favor de la justicia y la sostenibilidad se han contemplado rigurosamente en la LES. En el Estado español una fiscalidad redistributiva tiene importantes labores por abordar: gravar las rentas a partir de 60.000 euros anuales de forma aún más progresiva eliminando exenciones, aumentar el tipo sobre los beneficios, no reconocer las sociedades mercantiles y actividades financieras registradas en paraísos fiscales, restablecer en todo el territorio el impuesto sobre sucesiones de las grandes fortunas, recuperar y actualizar el impuesto sobre el patrimonio, crear la imposición sobre las transacciones financieras, gravar las sociedades de valores, etc. Un gobierno que quiera tener capacidad de intervención en la economía productiva y atender los gastos sociales debe confrontar con la lógica fiscal de la derecha.
Merece recalcar que una Ley que pretende una economía sostenible ni siquiera se haya planteado que las deducciones contempladas para favorecer el alquiler de viviendas o el transporte colectivo sean tan pacatas. Tampoco se contempla una modificación del Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) con objetivos sociales y ambientales, ni una modulación del Impuestos sobre los Bienes inmuebles (IBI) según la certificación energética, ni un recargo del mismo sobre las segundas residencias, ni se introducen criterios ambientales para definir tarifas en el Impuesto de Actividades Económicas (IAE), ni se utilizan las posibilidades que podrían ofrecer el Impuesto sobre Construcciones, Instalaciones y Obras (ICIO), el Impuesto sobre Incremento del Valor de Terrenos de Naturaleza Urbana (IIVTNU) o que el impuesto de plusvalía grave menos a la rehabilitación o densificación en suelo edificado que a las restantes intervenciones urbanísticas y constructivas.
Criterios para otra sostenibilidad
"Dicho de un proceso, que puede mantenerse por sí mismo, como lo hace, por ejemplo, un desarrollo económico sin ayuda exterior ni merma de los recursos existentes" Diccionario de la Lengua Española
El nuevo modelo productivo basado en las energías renovables y la producción limpia no consiste únicamente en impulsar la creación de actividades “verdes” favorables al medio ambiente, ya que el objetivo debe ser construir desde la base un nuevo sistema de producción, transporte y consumo sostenible. Se trata, por tanto, de lograr que el conjunto de la actividad económica sea sostenible.
En ello radica la diferencia entre el naciente “capitalismo verde” y la propuesta ecosocialista. El primero trata de colocar sus capitales ociosos en nuevos nichos de negocio a la vez, que como hacen muchas empresas constructoras y eléctricas, sigue manteniendo sus bussines en actividades contaminantes. El ecosocialismo implica una transformación radical del modelo productivo que pone en cuestión la misma existencia del capitalismo. La LES no apuesta realmente por un nuevo modelo productivo sostenible, pero ni siquiera es una buena ley para asegurar la estabilidad institucional que reclaman los inversores “verdes”.
Para avanzar en la propuesta ecosocialista podemos partir de algunos criterios que servirán para diseñar alternativas prácticas. Conviene tener presente que la sostenibilidad tiene ver con el cómo se generan los bienes necesarios. Esa dimensión material de la producción es clave desde el punto de vista ecológico y es inseparable de la dimensión distributiva, vector clave desde el punto de vista de la justicia social. Finalmente destacamos que la base de la sostenibilidad no es como plantea la LES el crecimiento ilimitado -que por si mismo es insostenible- sino, bien al contrario, hacer lo que hay que hacer pero hacerlo bien para que la humanidad satisfaga sus necesidades actuales sin poner en riesgo sus recursos del futuro. Es necesario que se impulsen medidas de ahorro y eficacia energética.
La manera de medir la voluntad política efectiva los gobernantes es a través de cuatro indicadores: qué marco regulatorio de obligado cumplimiento se construye, cuantos recursos públicos se movilizan, objetivos de descarbonización de acuerdo a la responsabilidad histórica contra el cambio climático y quien gobierna el proceso, el plan o el mercado.
En los cuatro indicadores la LES suspende porque no plantea las obligaciones de empresarios y consumidores en aras a la sostenibilidad productiva y consuntiva. No se plantea la creación de una banca pública que hegemonice las finanzas. No impulsa una reforma fiscal, con criterios sociales y ambientales, capaz de luchar contra el fraude fiscal, recaudar los recursos necesarios gravando las rentas del capital y los movimientos de capitales, y erradicar las conductas insostenibles (por ejemplo, gravando las energías contaminantes y los consumos suntuarios y contaminantes). Deja en manos del mercado las decisiones clave reservando al estado la función, como ocurrió ya en las anteriores crisis industriales y financieras, de guardia de tráfico con vocación de salvavidas para garantizar las ganancias privadas y socializar las pérdidas.
11 de enero de 2010

jueves, 7 de enero de 2010

La Cumbre de Copenhague fracasa. El cambio climático amenaza

Declaración de Izquierda AnticapitalistaEl resultado de la Cumbre de Copenhague es un fracaso para sus organizadores y una mala noticia para la humanidad. El documento Acuerdo de Copenhague, conocido comos los “papeles de Obama”, es la plasmación de una criminal no-decisión sobre las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Los efectos negativos de la Cumbre afectan al conjunto de la sociedad, pero su impacto inmediato es diferente para pobres y ricos. El razonamiento sobre la cuestión climática en términos de la “alta” geopolítica –que identifica gobernantes, países y pueblos- solo sirve para encubrir los motivos del desastre actual y las raíces materiales y sociales de este modelo económico insostenible, lo que, por tanto, impide identificar adecuadamente responsables y víctimas.Gobernantes irresponsablesLa reunión de Copenhague se puede narrar con dos palabras: fracaso y estafa. Para los jefes de los gobiernos allí reunidos el resultado de la Cumbre es un rotundo fracaso político y diplomático. No han guardado ni las formas. No son capaces de acordar soluciones conjuntas ante el calentamiento. No logran ocultar que la crisis económica exacerbó la competencia capitalista y el nacionalismo gubernamental. No tienen reparo en mostrar que todos ellos se pliegan a los dictados de los gobernantes de EE UU y China. Esta es la nueva realpolitik del siglo XXI.El Acuerdo de Copenhague es un triste papel declarativo y una tabla en blanco en la que cada gobierno deberá rellenar, antes del próximo 1 de febrero, el hueco con sus propósitos. La parte declarativa es inconsistente e incoherente hasta constituir una tomadura de pelo. Los gobernantes que suscriben el “papel de Obama”, como se le ha denominado con razón, afirman lo obvio: “el cambio climático constituye uno de los mayores desafíos de nuestra época” y que es necesario que el aumento de la temperatura media planetaria se sitúe “por debajo de 2ºC” para lo que es necesario realizar “reducciones drásticas de las emisiones conforme al cuarto informe del IPCC”.Los gobernantes no han establecido objetivos de reducción de emisiones concretos, cuantificados, mensurables y evaluables, ni se han planteado plazos temporales para conseguirlos, ni han acordado un año base de referencia para comparar la evolución. Todo ello impide la evaluación de las políticas. Lógico, porque lo que no ha habido es propuesta política alguna. Los “lideres mundiales” no adoptaron una sola medida acorde con las previsiones, escenarios y conclusiones de los climatólogos quienes aconsejaban al menos el 40% de reducción en 2020 y el 95% de reducción en 2050 en los países desarrollados –responsables principales del calentamiento con una contribución que supera el 70%- para lograr una reducción del 80% de las emisiones mundiales antes de cuarenta años. La reducción propuesta por los expertos no es arbitraria ni banal, con ella pretenden que no se supere la concentración de 450 partes por millón de CO2 en la atmósfera que nos conduciría al fatídico aumento de 2º C en la temperatura media del planeta, lo que generaría procesos climáticos en cadena de diferente signo y con efectos devastadores.Uno de los pretendidos “logros” de la Cumbre ha sido la promesa, por parte de las potencias industriales consolidadas y de los países emergentes, de financiación a los países empobrecidos con el fin de ayudarlos a adoptar medidas de mitigación y adaptación, posibilitando así un desarrollo no contaminante. Pero esa promesa dineraria no se concreta en compromisos precisos por parte de los países donantes, ni se determinan los criterios de selección de los países receptores ni los de asignación de recursos. Tampoco se definen las fuentes de financiación ni el carácter público o privado de las mismas. Las cifras del “compromiso” son: 10.000 millones de dólares anuales durante los 3 próximos años hasta llegar en el 2020 a crear un fondo de 100.000 millones de dólares anuales, o sea, unos 70.000 millones de euros. La cifra, por grande que parezca, y comparándola con la movilización financiera para sufragar el rescate de los bancos en crisis o las guerras de Afganistán e Irak, resulta insuficiente y ridícula. Además, las propuestas monetarias de los países donantes, al igual que las propuestas de reducción de emisiones, se harán directamente a Naciones Unidas, que respetará la “soberanía nacional” y no podrá ejercer control alguno. Sin embargo, las acciones de reducción que se hagan con dinero internacional sí que estarán sujetas a un completo sistema de comprobación. Quien paga, manda.Las propuestas de acuerdo que existían sobre la mesa eran insuficientes para erradicar el problema -y algunas directamente negativas social y ambientalmente-, pero la situación actual de inacción supone, incluso, un mal mayor. La peor de las soluciones es la que han adoptado: no hacer nada para detener el calentamiento.Perdedores y víctimasPara las expectativas depositadas por numerosas organizaciones sociales y ecologistas en la Cumbre, esta ha resultado una estafa. Mucha gente todavía confiaba en los gobiernos allí reunidos. Los “líderes” mundiales han demostrado ser un atajo de inútiles al servicio del capital, de quienes no nos podemos fiar ya que nos llevan al abismo climático.El cambio climático pone en riesgo las bases materiales de existencia de los seres humanos. Por ello, los grandes perdedores del resultado de la Cumbre no estaban en la sala de reunión, son los pueblos, las gentes, la humanidad. Contra ellos se ha cometido una felonía. En el conjunto del planeta están modificándose de forma acelerada los patrones epidemiológicos a causa de los cambios en los ecosistemas, lo que redundará muy negativamente en la salud pública. En este momento ya existen millones de refugiados climáticos. El calentamiento está originando desde hace años disturbios climáticos que provocan agudos problemas que de no detenerse pueden originar una crisis alimentaria y productiva mucho más grave y duradera que la crisis financiera que comenzó en 2008. Los disturbios climáticos están produciendo crisis económicas, pérdida de recursos, hambrunas y muerte en amplias zonas del planeta, tanto costeras –cada vez más inundables- como del interior de los continentes –cada vez más secos-. Los efectos del calentamiento son ya especialmente agudos, dramáticos y visibles en países empobrecidos; pero sus impactos económicos negativos en breve comenzarán a sentirse también en los países industrializados.Cambio de épocaLa crisis económica mundial modificó las condiciones anteriores en múltiples dimensiones, y también respecto a la cuestión climática. Ante la crisis se podía considerar el reto climático como parte de la solución, como posible factor coadyuvante para la salida de la misma. Pero esta no ha sido la opción adoptada. Ello no es casualidad, porque esa opción hubiera requerido atribuir al capital una racionalidad estratégica incompatible con su comportamiento cortoplacista. Para los capitales ociosos y disponibles tras el estallido de las burbujas del siglo XXI (tecnológica, del crudo, de la construcción y financiera) el objetivo es maximizar la tasa de ganancia en el más breve plazo de tiempo y con el menor riesgo posible. Se ha pasado de aceptar el reparto de las migajas para calmar a los “alarmistas” del clima a cerrar el grifo en espera de que el temporal escampe.En este momento vuelven los discursos del crecimiento sostenido frente a los del desarrollo sostenible. Durante un corto periodo de tiempo fue tomando posiciones la idea de una reconversión ecológica de la economía con el objetivo de hacerla ambientalmente sostenible y socialmente justa. Pero en este momento se vuelve, con los gobiernos de los dos países con mayor número de emisiones de GEI, China y EE UU a la cabeza, al manido e incoherente discurso de inscribir las preocupaciones ecológicas en los mecanismos de crecimiento. Una contradicción en los términos.Los gobiernos de Japón y la UE tienen ahora la oportunidad de apostar -aunque sea en solitario- por las medidas que anunciaron iban a adoptar; aunque insuficientes, esas medidas suponen quebrar el consenso actual de la inacción. En el caso del gobierno español, la posición mantenida en la Cumbre por una ministra que en nada atiende las cuestiones ambientales y que tiene la osadía de culpabilizar a los dirigentes del ALBA –que jugaron un papel secundario- del fracaso de la cumbre y renegar de la participación de las ONG en el evento, fue marginal y secundaria. Participación acorde con la falta de esfuerzo efectivo por adoptar medidas eficaces en el Estado español contra el cambio climático.El castillo de naipes de la “gobernanza” fue a tierraDurante unos años se pudo creer (y vivir) en una suerte de ficción en la que las ONG, particularmente las ecologistas y las de desarrollo, iban a jugar un papel importante en la creación de líneas de trabajo y de políticas gubernamentales. Eso ha terminado: la arquitectura institucional sobre el clima de Naciones Unidas ha implosionado. No ha sido desbordada por el movimiento social, simplemente ha caído bajo los efectos combinados de la entrada en escena de nuevos protagonistas gubernamentales y de la crisis económica mundial.Terminó la época idílica de la buena “gobernanza” con activa participación de la denominada -en la jerga de las jet-cumbres- “sociedad civil”, en un supuesto papel de observadora y garante de transparencia de los debates, aunque en realidad funcionaba como compañera de viaje de los amos y legitimadora de las decisiones de los gobernantes.La represión callejera y el desalojo de los activistas previamente acreditados de las salas de reunión por “desorganización” de la organización formaban parte del nuevo escenario. Hoy como siempre, los poderosos solo pueden imponerse recurriendo al engaño y/o la fuerza. Y junto a la marginación de los testigos incómodos y la represión, debe imponerse el secretismo para que la diplomacia pueda hablar tranquilamente a puerta cerrada. Por ello exigimos la inmediata liberación sin cargos de las personas encarceladas en la prisión danesa de Vestre Faengsel y otras, como es el caso del director de Greenpeace España, Juantxo López de Urralde y de tres compañeros suyos por exhibir una pancarta así como de los jóvenes del black block y otros cortejos que fueron detenidos en las calles de forma “preventiva” y arbitraria.La táctica de actuación de la “sociedad civil” en forma de lobby de presión sobre los “decisores” ya no tiene espacio en la nueva realidad post-Copenhague. Hoy más que nunca es bueno seguir el viejo instinto libertario: Desconfiemos de los gobernantes. No necesitamos líderes, necesitamos pueblo.La adopción de medidas es urgente y debe tenerse presente que, incluso en el caso de adoptarse las correctas a fecha de hoy –cosa ya descartada-, el calentamiento seguirá su curso durante un tiempo, ya que existe una inercia climática derivada de la acumulación ya existente de GEI en la atmósfera. Es tiempo de tomar medidas frente al fiasco porque lo que no hay es tiempo de espera.En Dinamarca se han reunido los componentes sindicales, campesinos, ecologistas, feministas, altermundistas, antiglobalización, etc. que pueden configurar una nueva red alternativa con renovada capacidad de organización, propuesta y movilización. Es urgente crear una amplia alianza mundial capaz de impulsar un gran movimiento social que imponga a los dirigentes mundiales las exigencias de los pueblos a favor de medidas reales contra las emisiones de GEI.Desde la izquierda hay que asegurar que el proceso de descarbonización se efectúa mediante una transición justa, que permita defender el empleo, las conquistas y los derechos de las clases trabajadoras en los sectores que se vean afectados por la reconversión ambiental. Asimismo, la transición justa tiene una dimensión internacional: los países empobrecidos deberán contar con los apoyos internacionales suficientes para obtener su bienestar y contribuir al cambio de modelo productivo. La justicia social tiene hoy una dimensión central: la justicia ambiental a escala nacional y mundial.Ello implica la prohibición de emisiones a fecha fija y la apuesta por una economía descarbonizada basada en las energías renovables, el transporte sostenible -público colectivo y no contaminante-, el ahorro y la eficiencia energética. Ello solo será posible si, a la par que lucha por el clima, el movimiento social se enfrenta al capitalismo cuyo motor es el beneficio privado y sus combustibles el carbón y el petróleo.

miércoles, 6 de enero de 2010

EL PARO AHOGA ZAMORA. O COMO LA CLASE TRABAJADORA NO SACA NADA DE LA PAZ SOCIAL


Ante los datos sabidos estos días sobre la situación de paro y destrucción de empleo en esta provincia…:
- El paro sube en Zamora un 5,88%, 774 parados más, en un mes y en un año un 19,86 por ciento (2.308 personas más sin empleo); llegando el número de parados en la provincia a 13.931.

- La contratación cayó el mes pasado en Zamora, donde descendió en 804 (-21,79 por ciento), descendiendo la contratación indefinida y aumentando la contratación temporal, como en toda Castilla y León.

Desde Izquierda Anticapitalista de Zamora queremos denunciar esta situación de ataque constante a los derechos y libertades de la clase trabajadora que esta llevando a cabo la casta empresarial, teniendo como testigos mudos a los sindicatos mayoritarios y al gobierno.

Venimos ya de muy lejos escuchando la cantinela de la concertación social o el dialogo social como elemento clave en la creación de empleo, pues aquí tenemos el ejemplo, el empresariado para el mantenimiento de sus márgenes de beneficio están echando a cientos, a miles de trabajadores, esto es lo que ha traído la paz social. Ahora sindicatos mayoritarios, PSOE e IU llaman a la concertación social para destruir si cabe más los maltrechos derechos laborales y sociales de la clase trabajadora, pues ¿que es lo que le van a ofrecer al empresariado?

Como ya decíamos desde IA en un comunicado surgido después de la movilización del 12 D, si nada bueno puede salir del “diálogo social”, hay que plantear un plan de urgencia social y ecológica a la altura de la gravedad de la situación que estamos viviendo: un plan que responda a la necesidad de dar plena cobertura al desempleo, detener la sangría de puestos de trabajo, revalorizar pensiones y salarios, combatir las desigualdades sociales, proteger los servicios públicos… Y eso ya sólo es posible con medidas muy decididas que retiren de manos privadas los grandes resortes de la economía y los transformen en instrumentos públicos al servicio de la mayoría: la unificación y nacionalización de la banca bajo control social; una reforma fiscal progresiva que haga pagar realmente a los ricos; la nacionalización de sectores estratégicos, como la energía… Esas son las palancas que necesitamos para encarar todo un proceso, democrático y participativo, de reconversión de la industria, de la producción agrícola y de la distribución en un sentido socialmente justo y medioambientalmente sostenible. No hay futuro para el movimiento obrero en los parámetros irracionales del productivismo capitalista globalizado. Miremos hacia la industria – emblemática donde las haya - de la automoción, y veréis que, en ese marco, el sindicalismo no tiene más horizonte que devenir una fuerza corporativista condenada a cosechar un fracaso tras otro.
Para abordar un giro tan ambicioso como necesario hacen falta una correlación de fuerzas y una disposición de la sociedad muy distintas de las actuales. Por eso resulta tan importante que la clase trabajadora dé un primer aldabonazo, mediante una huelga general que plantee sus exigencias más apremiantes. Debemos empezar por juntar a todas y todos aquellos que, desde distintas tradiciones sindicales, reivindican hoy esa perspectiva unificadora.

CONTRA LA CRISIS CAPITALISTA. CONTRA EL PARO. ¡ HUELGA GENERAL!